Necesitamos anteojos para nuestra vida.
Los peligros de la
costumbre.
Por Rafael Ayala
Hace tiempo me di cuenta
que necesito lentes para ver bien a distancia, especialmente cuando hay poca
luz. Toda mi vida había gozado de excelente vista, sin embargo hace unos meses
me di cuenta que al conducir, especialmente por la noche, ya no distinguía
claramente algunos de los señalamientos que estaban a la distancia. Incluso
algunas de las luces y letreros luminosos tomaban forma de estrella. Lo primero
que pensé es que estaba cansado porque había sido un día largo y duro; mas esta
situación se repetía constantemente.
Lamentablemente, y por
desidia, fui postergando mi visita al oculista y me acostumbré a que en
condiciones de baja iluminación mi vista ya no era como la antes. Parece
increíble pero pasaron meses en que me mantuve así. Un día, al ver mi esposa
que tenía dificultad para ver bien a distancia, me prestó sus lentes. ¡Qué
maravilla, todo se veía nítido, luminoso, perfecto! Parecía que sus anteojos
eran mágicos. Esos cristales me mostraron otra dimensión, una más perfecta y
bella, una mejor, y yo me la había estado perdiendo. Al ver todo con total
claridad me pregunté desde cuando realmente había dejado de ver con esa
perfección, ¿no sería que estos últimos días el problema visual se había vuelto
tan obvio que hasta ahora me daba cuenta de algo que ya no era perfecto desde
tiempo atrás? ¿Cuánto tiempo hacía que no veía de una forma tan precisa? No
pude responder esta pregunta.
Lo mismo nos sucede con
otras áreas de nuestra vida, incluso algunas de ellas más importantes que
nuestra vista. He conocido personas que viven enfermas, padeciendo dolores que
ya consideran normales; o parejas que creen que la relación tan distante, fría
o agresiva que tienen es como son las relaciones. Se han acostumbrado a algo
que podía ser mucho mejor. Al igual que yo se han adaptado a vivir viendo mal.
Un optometrista me explicaba
que entre más tiempo pasa sin que atendamos las pequeñas deficiencias visuales,
más rápido nuestros ojos pierden su capacidad de enfoque. En otras palabras nos
acostumbramos a ver mal y no nos damos cuenta que experimentamos un deterioro
crónico. Como no estamos ciegos y seguimos distinguiendo formas y viendo “mas o
menos”, aprendemos a entre cerrar los ojos o acercar o alejarnos de los objetos
para verlos mejor. Así, sacamos adelante
el momento sin darnos cuenta que cada
vez empeora un poco la situación.
Lo mismo nos sucede en
muchas otras áreas de nuestra vida. Nos conformamos con un ingreso aunque no
nos alcance; creemos que es normal que un ser querido nos maltrate con sus
palabras, desprecio o incluso golpes; pensamos que los padecimientos físicos
que tenemos son normales; comemos pésimamente bajo el pretexto de “qué tanto es
tantito” y justificamos actitudes terribles de nuestros hijos pensando que así
son todos los jóvenes. En otras palabras nos acostumbramos a tener un estilo y
calidad de vida que nos perjudica, no nos satisface y al que ya nos
acostumbramos y consideramos normal.
Este es un buen momento
para reflexionar sobre nuestra miopía personal. Darnos cuenta de que no podemos
ver bien es un primer paso, pero de nada sirve si no hacemos algo al respecto y
damos pasos para solucionarlo. Generalmente el segundo paso (después de
reconocer que tenemos un problema) es
pedir ayuda. Requerimos apoyo externo, pues nuestra costumbre es tan fuerte que
en ocasiones ni siquiera dimensionamos la magnitud de nuestros padecimientos. Para
eso existen profesionales y especialistas con el conocimiento, experiencia y
competencias necesarias para ayudarnos a corregir nuestros problemas.
Este fin de semana me
entregarán mis lentes. Realmente estoy entusiasmado por tenerlos. Quiero
traerlos para conducir con mayor seguridad, disfrutar mejor las películas o
simplemente ver todo y a todos los que me rodean con claridad. No permitamos
que la costumbre nos impida reaccionar a tiempo para corregir los defectos que
ya hemos incorporado y aceptado en nuestra existencia. Es posible tener una
mejor forma de vida; hay tratamientos para atender nuestras molestias físicas y
males emocionales; es posible tener una mejor relación de pareja, ganar más
dinero o hacer más confortable el espacio en que vivimos. No nos acostumbremos
a vivir a medias. Aún es tiempo de romper las prácticas y situaciones que están
impidiendo que tengamos una mejor forma de vida. ¿Harás algo al respecto?
Tmb debo ir al oculista. Y por supuesto que cada dia es una nueva oportunidad para intentar y lograr que las cosas sean mejores, aunque sea en nuestro corto entorno, pues todo tiene una resonancia en el universo.
ResponderEliminarsi cada uno de nosotros se lo propusiera... Pero por lo menos me lo pronpongo yo!! Feliz fin de semana, que disfrutes mucho tu mejor vista